Colombia - 09 de Mayo del 2025
El sector exportador colombiano recibió un duro golpe en febrero del 2025, de acuerdo con cifras oficiales del DANE, las exportaciones de mercancías desde las zonas francas del país registraron una caída histórica del 37%, al pasar de USD281 millones FOB en febrero del 2024 a tan solo USD177,1 millones FOB en el mismo mes del 2025.
Por
Cindy Pineda Nomezque miembro del Equipo Legiscomex
Esta contracción enciende alertas sobre la competitividad del modelo de zonas francas y refleja desafíos tanto coyunturales como estructurales que impactan directamente al comercio exterior del país.
El impacto más profundo durante febrero del 2025 lo recibieron las Zonas Francas Permanentes (ZFP), cuyas exportaciones cayeron un 64,4%; esta disminución, según el DANE, fue tan profunda que restó 37,2 puntos porcentuales a la variación total de las exportaciones desde zonas francas. Esta cifra no solo refleja un comportamiento negativo coyuntural, sino que pone en evidencia problemas estructurales que vienen afectando a estas plataformas de producción y comercio exterior.
Uno de los factores más relevantes que explican este comportamiento es la baja diversificación productiva, muchas zonas francas están concentradas en sectores específicos, lo que las hace vulnerables ante caídas de demanda internacional o crisis en mercados puntuales. Además, la escasa inversión en innovación, tecnología y sostenibilidad también limita su capacidad de adaptación frente a cambios en las tendencias globales, a falta de sofisticación en la oferta exportable impide que estas plataformas aporten valor agregado significativo y dificulta su inserción en cadenas globales de valor.
Adicionalmente, algunos análisis sugieren que la dinámica comercial observada en este periodo, incluyendo el balance entre importaciones y exportaciones dentro del régimen franco, señala un entorno retador para la competitividad de las empresas allí instaladas, factores como posibles ajustes en los incentivos fiscales, complejidades en los procesos administrativos o la influencia de medidas arancelarias en mercados destino clave pudieron estar afectando el rendimiento exportador. Por ejemplo, el impacto indirecto de políticas comerciales adoptadas previamente por socios estratégicos, como las tarifas arancelarias establecidas en países como EE UU, podría seguir repercutiendo en las cadenas de valor y en la capacidad de exportación. A estos elementos se suman fluctuaciones en la demanda global, modificaciones en los costos de producción y desafíos logísticos.
En lo operativo, algunas zonas francas continúan enfrentando barreras logísticas como demoras aduaneras, infraestructura insuficiente o costos elevados en transporte y trámites. Estas dificultades limitan el acceso eficiente a los mercados internacionales y afectan la competitividad de los productos exportados. A esto se suma la incertidumbre regulatoria generada por recientes reformas al régimen franco, que si bien buscan mayor control y transparencia, han sido percibidas por algunos empresarios como restrictivas.
Exigencias como la demostración de sustancia económica o el cumplimiento de metas específicas de inversión y empleo han generado dudas sobre la sostenibilidad de los proyectos establecidos bajo este modelo.
Las consecuencias de esta caída son múltiples y profundas, la pérdida de dinamismo en las zonas francas podría implicar una menor generación de empleo formal, reducción del ingreso de divisas, menor atractivo para la inversión extranjera directa y un deterioro en la balanza comercial. Todo esto pone en riesgo el posicionamiento de Colombia como plataforma exportadora en Latinoamérica y puede afectar la competitividad del país frente a otros destinos más flexibles o integrados.
La coyuntura actual exige una reacción estratégica por parte del gobierno y el sector privado. Es fundamental revisar los incentivos y condiciones que hacen atractivas las zonas francas, acelerar los procesos logísticos, promover acuerdos comerciales con nuevos mercados y blindar la seguridad jurídica para los inversionistas. El modelo de zonas francas ha sido, por décadas, un motor del comercio exterior colombiano. Pero como todo motor, requiere mantenimiento constante, ajustes estratégicos y, sobre todo, visión a largo plazo para no perder tracción en el competido escenario internacional.
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