Colombia, 25 de Julio del 2025
Paro arrocero en Colombia: ¿Una amenaza para nuestras exportaciones?
Colombia, 25 de Julio del 2025
El paro arrocero que inició el 14 de julio del 2025 concluyó el 24 de julio tras la firma de un acuerdo de siete puntos entre el Comité Nacional del Paro Arrocero y el Gobierno, levantando los bloqueos en corredores como la Vía al Llano y la Troncal del Magdalena.
Por
Cindy Pineda Nomezque miembro del Equipo Legiscomex

Los productores, agrupados en “Dignidad Arrocera”, reclamaban que el precio del arroz paddy verde (que entonces oscilaba entre COP170.000 y COP185.000 por carga de 125 kg) no cubría los costos y exigían un mínimo de COP205.000–COP220.000. Las negociaciones con el Gobierno se habían visto truncadas y los cierres ya habían afectado a cientos de miles de pasajeros, generando pérdidas multimillonarias para el transporte.
El Ministerio de Agricultura respondió con una resolución de “libertad regulada” de precios, argumentando un inventario récord de 534.940 toneladas (un 67,8% por encima del promedio de la última década). En paralelo, el sector insistió en ajustar la tabla de calidad para la compra del grano según región. Ese exceso de oferta interna presionó los precios a la baja y reforzó la tensión con los productores.
Más allá del impacto doméstico, el paro amenazó el flujo logístico de exportaciones no relacionadas con el arroz: café, flores, productos químicos y manufacturas que transitaban por los mismos corredores viales hacia puertos de El Caribe y del Pacífico. Cada día de bloqueo incrementó el riesgo de sobrecostos por demoras y penalidades contractuales en operaciones bajo Incoterms estrictos. El sector transporte acumuló 6.515 horas perdidas por bloqueos en el 2025 (413 eventos), un telón de fondo que encareció la cadena logística y erosionó la competitividad de los exportadores colombianos.
En el frente regulatorio, Colombia enfrentó obligaciones en acuerdos como la CAN y el TLC con EE UU, la liberalización progresiva del arroz bajo el TLC expuso al país a importaciones sin arancel del cereal estadounidense, tensionando a los productores locales y condicionando las decisiones de política interna (como los pisos de precios) a los compromisos multilaterales. Un manejo inadecuado pudo haber detonado disputas comerciales si las medidas se habían percibido como barreras encubiertas.
Para los actores de comercio exterior, el paro añadió tres riesgos inmediatos:
• Ruptura de la cadena de suministro interna: materias primas e insumos importados (fertilizantes, empaques, repuestos) sufrieron retrasos tierra adentro.
• Pérdida de ventanas de exportación: productos perecederos o con temporadas específicas (p. ej., cosechas frutícolas) llegaron a perder buques programados.
• Prima de riesgo logística: navieras y aseguradoras ajustaron tarifas ante la incertidumbre de acceso a puertos, afectando contratos futuros.
A mediano plazo, la prolongación del conflicto pudo haber acelerado decisiones de “nearshoring” inverso: compradores internacionales buscaron proveedores alternos más predecibles. Además, las empresas colombianas diversificaron rutas (por ejemplo, aumentando el uso de modos férreo y fluvial donde existían) y elevaron inventarios de seguridad, asumiendo costos financieros asociados. La reputación de confiabilidad—clave en las cadenas globales—se erosionó con cada nueva crisis logística.
¿Qué esperaba el gremio?
Primero, implementar un mecanismo técnico de estabilización de precios (fondos de compensación, seguros de ingreso agrícola) que no chocara con los TLC.
Segundo, acordar protocolos logísticos de contingencia entre Gobierno, gremios y transportadores: rutas alternas preautorizadas, ventanillas únicas para tránsito de carga prioritaria y coordinación en tiempo real con los puertos.
Tercero, garantizar la transparencia en costos y orígenes del arroz (tal como exigía la resolución ministerial) para mitigar asimetrías de información y fricciones comerciales.
Finalmente, mantener un diálogo intersectorial permanente: el paro arrocero fue síntoma de una vulnerabilidad estructural donde la política agrícola, la infraestructura y los compromisos comerciales externos se cruzaron. Resolverlo con visión de cadena y de mercado externo resultó tan urgente como desbloquear las vías.