Venezuela
Venezuela sufre un duro año con alta inflación y por la caída de los precios del crudo
El año que concluye ha sido especialmente complicado a nivel económico para Venezuela con una fuerte inflación, la persistente escasez de algunos productos básicos y la caída de los precios del petróleo, principal fuente de ingresos para su economía.
Venezuela, víctima de su propio petróleo, ha visto disminuir el 35% de sus ingresos en divisas con la caída internacional de los precios del crudo, del que obtiene más del 90% de su recaudación y que se encuentra en sus niveles más bajos en cinco años.
De acuerdo con cifras oficiales, el precio promedio del petróleo, que en enero fue de USD95,07 por barril, ha cerrado esta semana en USD61,92 y cada dólar de caída representa aproximadamente una pérdida de USD700 millones para las arcas venezolanas.
Pese a la batalla del país caribeño en el seno de la OPEP para conseguir un recorte de la producción de crudo que permita un alza de los precios del petróleo, la falta del consenso del bloque ha dejado a Venezuela sin su principal carta para jugar.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que aseguró que su Gobierno tiene planes para hacer frente a la continuada caída del precio del crudo aunque se hundiera hasta los USD40 por barril, se ha visto presionado a realizar recortes en su presupuesto y que empezaron con la disminución del USD20 de gastos suntuarios y la disminución de su salario y el de su gabinete.
La medida es, según los expertos, insignificante y representa apenas el 0,5% del presupuesto de la nación.
La falta de divisas en un país con un control de cambio que impide el libre acceso a la moneda extranjera y que tiene una alta dependencia de las importaciones golpea en prácticamente todos los sectores y se refleja en el desabastecimiento de productos.
Las restricciones en la asignación de divisas, monopolizadas por el Estado desde hace más de una década, han desencadenado en un alza de la cotización especulativa del mercado paralelo, que a principio de enero rondaba los 40 bolívares por dólar y cerrará el año por los 150, pese a la promesa del Ejecutivo de pulverizar el mercado ilegal.
El Gobierno, que empezó el año con dos tasas de cambio distintas, sumó un tercer sistema de cambio que, según el presidente venezolano, aún hay que afinar.
Los retrasos en la entrega de divisas han afectado a casi todos los sectores económicos del país, principalmente a las aerolíneas, la industria médica y de alimentos.
Sectores como el automovilístico han experimentado una caída de producción superior al 80% y cierran con un 2014 "para olvidar".
Mientras, las deudas con los proveedores internacionales que abastecen el mercado venezolano suben las facturas de las mil millonarias cuentas por pagar del Estado venezolano, lo que degenera en frecuentes episodios de escasez.
Así las cosas, los últimos datos oficiales proporcionados en septiembre muestran que Venezuela acumuló hasta agosto una inflación interanual del 63%, la cifra más alta en los últimos 15 años.
Con el misterio que caracteriza los datos oficiales de la economía venezolana, pese a tener un récord incuestionable de pago, el país petrolero del Caribe ha mantenido la duda de los mercados a lo largo del año en torno a su capacidad de pago ante sus compromisos internacionales.
En octubre hizo frente a una deuda de USD5.300 millones sin ningún contratiempo pero no disminuyó la desconfianza del mercado, que pide la adopción de medidas necesarias para la economía.
El Gobierno buscó paliar la inflación y aplicó con rigurosidad la Ley de Precios Justos, que prohíbe ganancias superiores al 30 por ciento y establece sanciones de hasta 10 años de cárcel para los acaparadores y especuladores.
El Ejecutivo achaca muchos de los problemas económicos a los especuladores, que acaparan productos básicos para luego revenderlos a mayor precio o directamente para desabastecer el mercado con fines de desestabilización política, en lo que Maduro califica de guerra económica.
Aun así y pese a los indicadores, los venezolanos continúan manteniendo cierto poder adquisitivo y cada vez que el Gobierno obliga a los comercios a una bajada de precios, miles de ellos acuden a las tiendas de electrodomésticos, ropa o calzado para comprar todo cuanto sea posible.