Latinoamérica
¿Puede el impacto de la crisis griega llegar hasta Latinoamérica?
Una intrincada crisis de la deuda griega amenaza la estabilidad e incluso la unidad de la Unión Europea y su moneda común, el euro. Los efectos de esta coyuntura son tan complejos que afectarían a la región.
Para Latinoamérica, la crisis de la deuda griega puede parecer algo remoto y carente de relevancia en las respectivas economías nacionales o quizá un ejemplo más del manido episodio de David y Goliat, en el que algunos toman partido por aquel que parece estar sufriendo la arremetida de los ricos y avaros países del norte de Europa. Otros, por su parte, piensan que es uno de aquellos casos en el que se requiere disciplinar al díscolo miembro de la comunidad que ha optado por la irresponsabilidad.
No obstante, la realidad siempre se encarga de demostrarnos cuán compleja es y qué poco podemos explicarla recurriendo a las gastados moldes ideológicos en que con terca frecuencia queremos enmarcarla.
Una agudización de la crisis económica en la Unión Europea (UE) puede llegar a impactar gravemente el desempeño de la economía global. Así, una caída en las importaciones que este bloque y otros mercados hacen desde Latinoamérica podría reducir el crecimiento económico de la región, incidiendo negativamente en los precios de productos tales como alimentos, metales y petróleo.
Otros sectores como el turismo también podrán verse afectados, pues es posible que los europeos lo piensen dos veces antes de tomar vacaciones en Latinoamérica, especialmente en El Caribe.
También, se debe considerar la posible disminución en el flujo de remesas provenientes de Europa hacia multitud de países al otro lado del Atlántico. En ese contexto, la situación parece no ser tan lejana e inocua como en un principio podría pensarse.
De acuerdo con un análisis realizado por el periódico New York Times, Grecia se convirtió en el epicentro de la crisis de la deuda después de la debacle de Wall Street en el 2008. El año siguiente, con los mercados financieros aún desorientados, Grecia anunció que había estado “maquillando” sus cifras de deuda durante años, disparando las alarmas sobre la robustez de sus finanzas.
Súbitamente, a Grecia no le fue permitido continuar recibiendo préstamos de los mercados financieros. Para la primavera del 2010, la economía griega se dirigía camino a la bancarrota, hecho que amenazaba con una nueva crisis financiera.
Con el fin de evitar otra debacle, la entonces llamada Troika, compuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE) emitió el primero de dos rescates financieros internacionales a Grecia, que sumarían en total más de EUR240 billones o alrededor de USD264 millones.
Dichos rescates fueron concedidos bajo ciertas condiciones. Los prestamistas impusieron duras medidas de austeridad, exigiendo profundos recortes en el presupuesto y elevados aumentos en los impuestos, así como también, una reorganización del gobierno griego, que limitó sus capacidades, con el fin de terminar con la endémica evasión de impuestos y hacer del país un lugar seguro para los negocios.
El diario neoyorquino continúa su análisis recordando que el dinero estaba destinado a comprar tiempo para que Grecia estabilizara sus finanzas y acallara los temores de los mercados sobre una posible ruptura de la unión monetaria. Aun cuando fueron de ayuda, los problemas no desaparecieron con los rescates, la economía griega se redujo a un cuarto de su tamaño en cinco años y el desempleo se elevó hasta el 25%.
El dinero de los rescates fue utilizado, fundamentalmente, para pagar la deuda internacional griega, en lugar de hacer su curso en la economía del país mediterráneo. Su gobierno, además, cuenta aún con una creciente deuda que no puede empezar a pagar, a menos que la economía empiece a dar muestras de recuperación.
Muchos economistas y ciudadanos griegos culpan a las medidas de austeridad por los continuos problemas del país. El partido de izquierda Syriza llegó al gobierno al comienzo de este año tras prometer una renegociación de los rescates. Alexis Tsipras, primer ministro y jefe del partido de izquierda, aseguró que las medidas de austeridad habían generado una crisis humanitaria en su país.
El comportamiento del nuevo gobierno griego exasperó a sus acreedores, especialmente a Alemania, quienes culparon a Atenas de fallar en la implementación de las medidas económicas exigidas como contraprestación a los rescates monetarios. No se cambiarían las reglas en el caso particular de Grecia.
Para el diario Frankfurter Allgemaine Zeitung (FAZ), ha hecho carrera la idea de que los EUR220.000 billones de rescate que los países europeos, el BCI y el FMI le han inyectado a Grecia han servido, únicamente, para llenar las arcas de bancos extranjeros y no para sacar a flote a la economía griega. Para el ex ministro griego de finanzas, Giannis Varoufakis, ese habría sido el destino del 90% del dinero de los rescates. Ello, claramente, desestima el acto de mismo del rescate y lo transforma en una acción caracterizada por el afán de lucro. Pero ¿Es eso cierto?, se pregunta el FAZ.
En un informe elaborado por el Instituto para la Investigación en Economía de Munich (IFO, por su sigla en alemán), el, se reconoce que han habido instituciones financieras que se han visto favorecidas por los paquetes de rescate, pero se llama fuertemente la atención sobre el hecho de que dos tercios de estos han sido destinados por los griegos en el aumento de su consumo y para efectuar depósitos en el exterior. Lo anterior quiere decir que la cantidad de dinero que efectivamente se ha empleado en servir las obligaciones de la deuda griega equivale tan solo a un poco más de un tercio de la cantidad total de los rescates, así lo señala Hans-Werner Sinn, presidente del IFO.
Lo anterior sugiere que, muy a diferencia de lo que se creía, el consumo en Grecia se ha elevado drásticamente en el período correspondiente a los rescates económicos. Werner Sinn sustenta su argumento en el resultado que obtuvo al comparar la relación entre el consumo privado y público, y el total del ingreso nacional. Para Grecia, el valor de dicha relación ha pasado de un 95% desde su entrada a la Unión Europea en el 2001, hasta un 110% en el presente.
El excesivo consumo de esta economía hace muy difícil conciliar dicha descripción con el discurso según el cual las medidas de austeridad han ahogado a Grecia hasta llevarla a la crisis actual.
Todo ello contrasta, según el IFO, con la reducción del Producto Interno Bruto (PIB) griego, el nivel récord de desempleo y el número decreciente de empleados públicos griegos. Para la Oficina Europea de Estadística, Eurostat, Grecia se encuentra en el puesto 15 de la tabla de “consumo individual efectivo”, 17 puntos porcentuales por debajo del promedio de la UE.
De lo anterior concluye el economista alemán, que han sido los griegos más ricos quienes han sacado mayor provecho de los créditos de rescate. "De hecho, hay informes que señalan que los griegos han estado transfiriendo dinero a gran escala al extranjero, en particular hacia Bulgaria, con el fin de adquirir activos y bienes inmobiliarios".
Luego de unas negociaciones que casi finalizan con la salida de Grecia de la zona euro, el llamado “Grexit”, Alexis Tsipras y el gobierno de Syriza han aceptado condiciones bastante más estrictas en comparación con las que inicialmente había ofrecido la Troika para continuar con los rescates. El que constituye el tercer rescate en cinco años asciende a EUR86.000millones, según el New York Times, y sería concedido, considerando términos de pago blandos en la deuda existente, de cerca de EUR300.000 millones, más un plan de estímulo económico.
Sin embargo, dichas facilidades se supeditan al cumplimiento de un severo conjunto de medidas que incluyen el recorte en las pensiones y el incremento en los impuestos, así como el sometimiento del país a una intensiva vigilancia internacional para el cumplimiento de los compromisos adquiridos.
Tsipras, quién prometiera acabar con la opresión europea y sus sofocantes medidas de austeridad, ha terminado aceptando que el nuevo paquete de rescate “ayudaría a mantener la estabilidad financiera griega y a facilitar la recuperación de su potencial”.
Para los críticos de las instituciones europeas, el nuevo rescate solo constituye una intromisión de estas en los asuntos soberanos de Grecia. Estos mismos críticos, ahora también dirigen sus ataques contra el mismo Tsipras, quien ha debido llamar a la disciplina a su partido para que el nuevo rescate fuese aprobado en el Congreso del país mediterráneo.
La situación que el primer ministro griego ha debido enfrentar al interior de su partido ha sido tal, que el pasado 20 de agosto ha decidido renunciar y convocar a unas nuevas elecciones para el próximo 20 de septiembre, en las que espera poder refrendar el apoyo que le diera un amplio margen de maniobra a principios del 2015, pero que ahora, en medio de una abierta rebelión en la que cerca de un tercio de los 149 representantes de su partido votó en contra del rescate o se abstuvo de hacerlo. La posibilidad de una moción de censura en su contra se hizo inminente y Tsipras debió dimitir.
Las dificultades económicas en Europa pueden afectar a las economías de Latinoamérica y El Caribe debido a los lazos comerciales y financieros existentes entre los dos mercados. El alcance e intensidad de dichos efectos dependerá de la duración y la profundidad de la crisis en la UE. Así lo manifestaba la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) al inicio de la crisis de la deuda griega en el 2010, en su Encuesta Económica para Latinoamérica y El Caribe.
La Cepal continuaba advirtiendo que, una debilitación de la demanda doméstica en los países europeos, causada por el aumento en el desempleo, las políticas de austeridad fiscal y la depreciación del euro, desembocaría en una reducción de la demanda por exportaciones de la región. Si la crisis de la deuda griega derivase en un empeoramiento de la situación económica europea, ello afectaría el desempeño de la economía global, deprimiendo la demanda por materias primas, deteriorando así las proyecciones de crecimiento de las economías de Latinoamérica.
Para Matías Salord, analista del portal financiero FXStreet, si los problemas en Grecia toma una mayor dimensión, arrastrando a otros países a una situación crítica, Latinoamérica puede verse en una situación difícil, no solo por los factores ya mencionados por la Cepal, sino también por una recuperación en el precio del dólar, que ya se ha hecho evidente, y un incremento en las tasas de interés o en una devaluación de los bonos locales.
El escenario planteado, continúa Salord, podría poner a la región en una crisis de la que no es posible ver la salida por ahora. En general, el crecimiento de los países de la región se ha visto disminuido, problemas fiscales y de demanda han empezado a dejarse ver, aunque, por el momento, la situación es manejable en la mayoría de los países.
Un deterioro de la situación en la zona euro, llevaría a una disminución en el PIB global. Ello, junto con el encarecimiento del dólar, forzarían a una elevación de las tasas de interés en los países latinoamericanos, haciendo que los costos de los créditos sean demasiado onerosos. Una marcada devaluación de las monedas locales generaría, además, problemas inflacionarios, afirma el economista argentino.
De otro lado, si el panorama global se viera enrarecido significativamente, la Reserva Federal de EE UU debería anunciar una moratoria del alza en las tasas de interés, lo que podría dar un impulso adicional a los mercados de acciones y a los precios de las materias primas.
Algo que confirma el profesor de economía Carlos Quenan, de la Universidad de la Sorbona, en entrevista para la BBC, cuando afirma que la agudización de la crisis de la deuda griega provocaría "una volatilidad mayor en los mercados y aumentaría la aversión al riesgo" de los inversores internacionales. De ahí que, en busca de mayor seguridad, los inversionistas se refugien en el dólar, contribuyendo así a la depreciación de las monedas locales, factor que puede afectar la situación de países como Brasil, con tendencias inflacionarias al alza, señala Quenán.
De otro lado, continúa el profesor de la Sorbona, si la inestabilidad política se suma a la crisis económica, ello tendría una incidencia determinante en los países latinoamericanos, en particular, aquellos más dependientes de los precios de las materias primas.
En síntesis, como lo asegurara la presidenta de la Reserva Federal de EE UU, Janet Yellen, la crisis griega tiene un "potencial de alteración de los mercados financieros globales".