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Análisis

Se debilita el modelo exportador chileno

La volatilidad cambiaria y el excesivo peso del cobre en el comercio exterior de Chile han debilitado el modelo exportador que tan buenos resultado le ha dado a este país, lo que obliga a revisar y ajustar la estrategia.

Por: Alfredo Roca
Corresponsal de Legiscomex.com
Chile

Algunos economistas chilenos comienzan a preguntarse si la admiración que suscita en Latinoamérica el modelo exportador de su país está lo suficientemente avalado por los hechos. Este país es el que cuenta con el mayor número de Tratados de Libre Comercio (TLC) en el mundo, con 18, lo que le otorga un acceso preferencial a las principales economías –EE UU, la Unión Europea (UE), China y Japón— y a un mercado de 3.000 millones de consumidores. Además es la nación latinoamericana con el más alto índice de exportaciones per cápita, con USD4.648 por habitante en el 2012.

A lo largo del 2013, sin embargo, las exportaciones chilenas han permanecido estancadas con respecto al año anterior. Entre enero y septiembre pasados crecieron un marginal 0,4% frente al mismo lapso del 2012 y los envíos a Asia se contrajeron un 2,6%,con caídas de entre 11 y 15 puntos porcentuales en los casos de Japón, Taiwán e India.

Los embarques de cobre, que representan más de la mitad de las exportaciones, totalizaron USD29.677 millones, USD306 millones menos que en los primeros nueve meses del 2012.
“Chile experimenta una lentificación de sus exportaciones y no es un fenómeno nuevo. Es una situación que se viene agudizando desde hace varios años”, dice a Legiscomex.com el profesor de la Universidad de Chile y doctor en Economía por la Universidad de Chicago, Ricardo Ffrench-Davis.

Hace una década, en el 2003, Chile exportó bienes por USD21.651 millones, cifra que cuatro años después había crecido un 216% al llegar a USD68.561 millones. A partir del 2007, sin embargo, el sector exportador se ha desacelerado en forma ininterrumpida y su dependencia de las ventas de cobre –una materia prima cuya producción encabeza este país a nivel mundial- ha crecido de manera exponencial.

En el último lustro (2007-2012), las exportaciones crecieron apenas un 14,1%, menos de tres puntos porcentuales por año, mientras que las importaciones aumentaron un 68,4%, casi 14 puntos cada año. En ese mismo lapso, el superávit comercial de Chile bajó de USD24.131 millones a solo USD3.422millones.

“Este desplome de nuestro superávit comercial no se ve porque el precio del cobre está muy alto (a un promedio de USD3,33 la libra este año, tres veces más que hace una década), pero si el precio del cobre baja, va a desnudar nuestra excesiva dependencia comercial y fiscal del precio del cobre”, señaló Ffrench-Davis.

De acuerdo con el investigador de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2005, los factores que más inciden en el estancamiento de las exportaciones chilenas son la apreciación del peso -la moneda local- frente al dólar, y la falta de previsión del país para ampliar su canasta exportadora y reducir la participación del cobre en el comercio exterior.

Problema cambiario

Las altas exportaciones de cobre, alentadas por la creciente demanda china de ese mineral, han aportado carretadas de dólares a las arcas chilenas, lo que junto con los programas de estímulo monetario en EE UU y Europa y la masiva entrada de capitales a las economías emergentes, como la chilena, han provocado una depreciación constante del peso frente a la moneda estadounidense.

En la última década, el peso chileno se ha revaluado en un 30% ante al dólar, lo que resta competitividad a las exportaciones no tradicionales, entre ellas las agrícolas, de salmón, de vinos y celulosa.
Mientras los embarques de cobre a los mercados externos aumentaron en un 427% su valor en la última década, hasta llegar a USD42.184 millones en el 2012; las exportaciones no tradicionales pasaron de USD2.145 millones a USD5.129 millones, lo que significó un incremento del 139%.

El director de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería chilena, Álvaro Jana, sostuvo que el crecimiento económico de Chile se ha basado en la apertura comercial y en su capacidad exportadora, por lo que “es clave seguir estimulando nuestro posicionamiento como país exportador y aprovechar la red de acuerdos comerciales que tenemos”.

En medio de la bonanza cuprífera y de la revaluación del peso, sin embargo, el sector exportador ha perdido atractivo para un creciente número de empresas. Según un estudio de la promotora gubernamental de comercio exterior ProChile, el total de compañías exportadoras del país pasó de 8.240 en el 2008 a 7.447 en el 2012, lo que significó una caída del 9,6% en solo dos años.
La ex directora de ProChile, Alicia Frohmann, sostuvo que la pérdida de competitividad por la devaluación del dólar ante la moneda local afecta de manera principal a las Pequeñas y Medianas Empresas (Pyme) interesadas en aprovechar la red de acuerdos comerciales del país y vender sus productos al exterior.

“La volatilidad cambiaria golpea sobre todo a los exportadores con productos de bajo nivel de procesamiento, por eso esos exportadores de Pyme y los no tradicionales (frutícolas, vitivinícolas y pesqueros, entre otros) tienen muchos argumentos para criticar la política cambiaria que les ha hecho perder competitividad en los mercados externos”, señaló.

Dijo que también existe un problema de promoción y de desarrollo exportador en las regiones del interior del país, donde el Gobierno debiera desarrollar políticas más audaces para incentivar el comercio exteriorentre los diferentes sectores productivos, en especial entre las Pyme.

Cambio de paradigma

El ministro chileno de Economía, Félix de Vicente, quien antes de ocupar ese cargo fue director de ProChile, sostuvo que a pesar del acceso preferencial que brindan los acuerdos comerciales del país a los mayores mercados globales, esas herramientas deben ser aprovechadas en el corto plazo porque hay varias naciones que construyen a pasos acelerados redes importantes de TLC, entre ellos Perú, Colombia y México.

“Esto quiere decir que muchos otros países van a tener en el mediano y largo plazo el desmonte de las barreras arancelarias que logramos nosotros con los TLC”, aseveró De Vicente y dijo que esos instrumentos dejarán de ser un elemento diferenciador de peso en el comercio internacional.

Considero que, en ese sentido, es fundamental que las grandes y medianas empresas del país hagan una apuesta por agregar valor a sus productos exportables y por responder a las expectativas de los nuevos consumidores, que piden productos sustentables que cumplan estándares rigurosos de protección al medio ambiente y responsabilidad social.

“Una forma de aumentar la competitividad en un mundo de consumidores cada vez más exigentes y preocupados por el medio ambiente es la sustentabilidad y nosotros debemos tener claridad en esto. Los consumidores están dispuestos a pagar más por productos sustentables y, por lo tanto, cada vez será más negocio producir y exportar estos bienes. Hacia ese escenario debe apuntar el sector exportador, desde el cobre hasta la agroindustria”, consideró.

La gigante estatal Corporación Nacional del Cobre (Codelco), por ejemplo, contempla invertir más de USD2.700 millones en sustentabilidad en los próximos siete años. Producirá un cobre más caro, pero los consumidores interesados en artículos menos contaminantes –que cada día son más- asumirán el costo.

La ex presidenta chilena Michelle Bachelet, quien aspira a ocupar de nuevo el cargo y es la candidata con mayor favorabilidad en las encuestas para los comicios presidenciales de este 17 de noviembre, ha planteado su interés de reactivar el sector exportador y propone desarrollar una política de fomento de cadenas productivas o clusters en las regiones con fuerte cooperación del Gobierno, a fin de fortalecer las capacidades de diferentes sectores susceptibles de incorporarse al comercio internacional.

Desequilibrio

Para el profesor de economía de la Universidad Católica de Chile, Rodrigo Fuentes, el sector minero seguirá siendo un factor importante en las exportaciones chilenas (el 53% de las ventas externas del 2012 correspondieron a este mineral) pero ha perdido competitividad por los altos costos de la energía y de la mano de obra, y por la menor productividad de los yacimientos.

“Esto configura un escenario poco auspicioso. Hay otros minerales, como el litio, que pueden ganar en importancia, pero todavía sus usos en el mundo no son masivos y tomará tiempo antes de que adquieran una mayor importancia. Chile, como economía pequeña, seguirá dependiendo del sector exportador y es probable que este siga siendo el motor a través de los sectores forestal y agroindustrial”, indicó el doctor en Economía por la Universidad de California en Los Angeles (UCLA).

Fuentes señaló, sin embargo, que el crecimiento de Chile durante los últimos años (un promedio de 5,7% anual entre 2010 y 2012) ha estado impulsado por la demanda interna, vía consumo e inversión, lo que “sumado al menor crecimiento de las exportaciones ha configurado un déficit creciente de cuenta corriente que no deja de preocupar”.

En el 2007, Chile registró un superávit de cuenta corriente de USD7.079 millones, mientras que el año anterior el saldo fue deficitario y ascendió a USD9.497 millones.

El economista y maestro en Finanzas por la Universidad de Chile consideró que las exportaciones chilenas pueden recuperarse en el 2014 en la medida en que los incipientes indicadores de que la UE estaría saliendo de la recesión se confirmen. Esto impulsaría a su vez las exportaciones asiática, en particular de China, principal socio comercial de Chile.

“También esta recuperación se puede ver apoyada por alguna pequeña devaluación real de la moneda chilena en el corto plazo”, sostuvo Fuentes.

Reforma

Para Ffrench-Davis, es fundamental que Chile reduzca su dependencia del cobre, cuyos altos precios intensificaron su peso en las cuentas fiscales y comerciales del país.

La minería aportó el año anterior el 13,95% de los ingresos fiscales de Chile, mientras que en el 2010 el porcentaje fue del 18,41%. Durante el primer semestre de este año, los ingresos tributarios procedentes de la actividad minera representaron el 9% de la recaudación total, el más bajo porcentaje de la década, y el Gobierno estima que esta caída se agudizará en el 2014.

Ffrench-Davis consideró que esta situación plantea un desequilibrio que el fisco debe corregir con una reforma tributaria, para financiar los gastos permanentes que ha asumido en los últimos años en el contexto de una bonanza cuprífera que va en declive por los menores precios internacionales del metal y la pérdida de competitividad del sector.

De acuerdo con el economista, la reforma fiscal que propone Bachelet “es absolutamente esencial para que Chile pueda volver a crecer más vigorosamente y de manera inclusiva, incorporando a los sectores medios y bajos de la sociedad, porque este país requiere reducir la desigualdad, que es muy alta”.

Bachelet, quien prevé un crecimiento económico del 4% para el 2014 –menor en medio punto al estimado para este año-, anunció que de ganar la Presidencia impulsaría una reforma tributaria que incrementaría la recaudación en tres puntos del Producto Interno Bruto (PIB) y cuyo eje sería elevar el impuesto a las empresas del 20% al 25% en un plazo de cuatro años y la obligatoriedad de tributar por la totalidad de las utilidades de las compañías y no solo sobre las utilidades queretiran, como ocurre ahora.

Chile recauda el equivalente al 20,2% del PIB, mientras que el promedio en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es de 33,8%.

Para Ffrench-Davis es indispensable que las exportaciones chilenas recobren vigor en los próximos años porque la mayor parte del crecimiento del periodo 2010-2012 provino del mercado interno y este ya no da para soportar una expansión importante.

“Necesitamos que el comercio se reactive y para eso hay tres factores importantes: uno, que Chile necesita hacer un gran esfuerzo de diversificación de exportaciones; dos, la recuperación del comercio mundial, y el otro es una corrección muy significativa de la política cambiaria. Es imposible tener buen comercio exterior sin una política cambiaria que acompañe este esfuerzo”, aseguró el economista.