Opinión
Leyendas urbanas en comercio exterior
“Suele pensarse que exportar es bueno e importar es malo, sin tener en cuenta que el comercio exterior de un país se compone por un conjunto de factores productivos, tanto de bienes como de servicios que se entrelazan y crean lo que conocemos como el comercio exterior de un país: importaciones y exportaciones”.
El pasado 7 de mayo, la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex) desarrolló en Bogotá el I Foro de Importadores: “Comercio justo, proteccionismo y aduanas”, en el cual se analizó si el importar es malo y exportar es bueno. Como ayuda de contexto y con la colaboración del director económico de la Asociación, Carlos Rivera, se preparó un documento, que he tomado como fundamento para el presente artículo. A él mis agradecimientos.
En la actualidad, los vientos del proteccionismo, como reacción natural de los estados, se perciben con mayor claridad, ya que bajo las circunstancias especiales de crisis mundial, los mercados, la industria y los empleos comienzan a sentir el rigor de estos negativos efectos, razón por la cual algunos países han adoptado medidas proteccionistas tendientes a salvaguardar la industria nacional y han dejado de lado la integración, el libre comercio y la globalización de la economía.
Suele pensarse –tema que se agudiza en la actual coyuntura– que exportar es bueno e importar es malo, sin tener en cuenta que el comercio exterior de un país se compone por un conjunto de factores productivos, tanto de bienes como de servicios que se entrelazan y crean lo que conocemos como el comercio exterior de un país: importaciones y exportaciones.
Cuando el comercio se plantea como trueque es más fácil comprender el error de afirmar que importar es malo. Esa globalizada confusión se debe al signo negativo que se le ha impuesto a las importaciones y el positivo otorgado a las exportaciones. De esta manera, se olvida que el verdadero propósito de la producción es consumir, sumado a que en la globalización se integran los dos verbos: importar y exportar.
En este sentido, es interesante analizar si nuestro modelo de promoción del comercio exterior con un enfoque especial en las exportaciones, sectores de talla mundial y diversificación de mercados, entre otros, se enmarca en la dirección correcta y si es suficiente como política pública en materia de comercio exterior.
Es prudente dejar claro que por virtud de la apertura de mercados que estamos experimentando, no es cierto que los exportadores solo sean exportadores, por el contrario, la gran mayoría, por no decir todos, se benefician igualmente al importar materias primas que no son producidas en el país.
Si bien es cierto que en Colombia contamos con una estructura arancelaria que responde al grado de elaboración de cada producto, es necesario establecer si este esquema, tal como se encuentra establecido, es pertinente para la coyuntura del país, sobre todo si se tiene en cuenta que la protección a la producción nacional ya no va a ser realizada mediante la estructura arancelaria, pues como consecuencia de los acuerdos comerciales y de libre comercio, que nuestro país ha firmado y se encuentra negociando, estos van a ir a ceros en algún momento, lo que obligará al Estado a replantear los mecanismos mediante los cuales se otorgará protección a nuestra industria.
De esta manera, se deberá entender que la ‘desglobalización’ no tendrá futuro, ya que los acuerdos de comercio suscritos bilateral y multilateralmente no permiten que el cierre fronterizo prospere y de seguir esta tendencia se generarían graves problemas como medidas retaliatorias, así como disputas ante los organismos que internacionales.
Sin duda alguna los mercados asiáticos son muy interesantes y presentan grandes potencialidades (como es el caso del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico y el P4), tarde o temprano estaremos integrados con ellos, lo que implicará para el Estado la necesidad de definir, a través de una política pública concreta, las condiciones y la manera idónea para preservar nuestra industria ante estos modelos económicos. Es muy posible que la especialidad en los mercados y la innovación sean nuestros elementos diferenciadores, ya que no podremos competir con volúmenes o grandes cantidades, puesto que nunca lo hemos hecho.
La estructura arancelaria, como herramienta de protección, debe ajustarse a la realidad empresarial, por tanto el Estado en su definición de política pública nunca debe desconocer las solicitudes y reclamaciones del aparato productivo nacional, pero siempre debe pensar en que sus modificaciones respondan a un criterio de competitividad.
La política en materia de importaciones no puede ser restrictiva, ni estructurarse con base en contingentes o cupos, salvo las estrictamente necesarias para proteger la industria nacional de las prácticas consideradas como desleales en el comercio internacional o restringir su accionar por temas de libertad cambiaria. Se insiste entonces que es la competitividad como máxima expresión de la integración la que debe marcar las condiciones para una acertada definición en materia de política pública en las importaciones y demás asuntos inherentes al comercio exterior.
Ahora bien, encontramos niveles de integración económica según el grado que se alcance y para el efecto hemos tomado las definiciones del GATT.
1. Preferencias Aduaneras: eliminan los gravámenes, es decir, los derechos aduaneros y los recargos equivalentes a las importaciones de ciertas mercancías. En ocasiones eliminan igualmente las restricciones. Las mercancías objeto del intercambio comercial deben ser originarias de los países que integran el convenio que establece la preferencia, es decir de los países beneficiarios.
2. Integración Fronteriza: la necesidad del intercambio comercial entre los estados que colindan lleva a que estos determinen, por acuerdo mutuo, regulaciones aduaneras que faciliten el tránsito de personas, bienes y servicios de un Estado a otro Estado, libre de todas o algunas de las trabas que impiden o hacen difícil el tránsito de los elementos mencionados.
3. Zona de Libre Comercio: ha sido definida como "un grupo de dos o más territorios aduaneros entre los cuales se eliminan los derechos de aduana y las demás reglamentaciones comerciales restrictivas” (...) con respecto a lo esencial de los intercambios comerciales de los productos originarios de los territorios constitutivos de dicha zona de libre comercio.
En la zona de libre comercio se eliminan los gravámenes y restricciones para la salida del territorio de un país de sus bienes originarios, o para la entrada a él, de bienes procedentes de otro u otros países.
4. Unión Aduanera: es básicamente el mismo modelo que la zona de libre comercio, en el que se establece un arancel aduanero común frente a los demás países que no pertenecen a la unión. En consecuencia, el asociado no puede individualmente determinar las tarifas aduaneras que aplicará frente a los demás países no pertenecientes a la unión.
5. Mercado Común: esta forma de integración contempla el libre tránsito de personas, bienes, servicios y capitales. En la práctica, el mercado común se encuentra incorporado a modelos de integración más compleja, como son la unión o comunidad económica.
6. Unión Económica: un mercado común donde rige el principio de armonización de las políticas económicas de los estados miembros. También, se la denomina comunidad económica.
La unión o comunidad económica, entendida como el modelo de integración más evolucionado, constituye la liberación del intercambio comercial entre los países miembros de la unión, lo que implica la supresión de gravámenes y restricciones de toda índole; un arancel externo común; libre circulación de capitales, servicios y personas; coordinación de políticas económicas y sociales; armonización de las legislaciones correspondientes, y la creación de órganos de carácter supranacional, que tienen el encargo de adoptar y ejecutar las medidas necesarias para lograr los objetivos de la integración.
Resulta complejo realizar negociaciones comerciales a través de bilaterales, debiera ser un imperativo negociar en bloque, porqué finalmente es engorroso y poco práctico administrar muchos tratados para los países y qué decir de los empresarios que tienen que estar pendientes de sus intereses y participar en cada una de las negociaciones y, posteriormente, tener el conocimiento técnico que cada una de ellas implica.
Si Colombia es un país de pequeñas y medianas empresas, indudablemente que el acceso y la posibilidad de participar de manera directa en las negociaciones para defender sus intereses es más compleja. La limitación de recursos y de personas al interior de la empresa que cuenten con el conocimiento técnico para saber cuál es la recomendación o decisión más conveniente en los diferentes temas que se plantean en las negociaciones no es tarea fácil.
El tamaño de los mercados, la solidez de las economías y muchas otras asimetrías debieran ser elementos que ayudaran a los países menos adelantados a negociar de mejor forma sus acuerdos o tratados de integración, finalmente de lo que se trata no es de una colonización de las naciones desarrolladas. Esta es sin duda una barrera a la integración. Doha no ha sido ajena a estos y otros problemas: las dificultades por los temas agrícolas y los subsidios de los países más adelantados no han permitido un desarrollo más dinámico de estos temas.
*Diego Rengifo García
Vicepresidente Técnico
Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex)
www.analdex.org