China, socio clave para Latinoamérica y El Caribe
Que China sea hoy en día la segunda potencia económica del mundo y que en el corto plazo se convierta en la primera, es el resultado de una transformación de no más de seis décadas.
El camino para llegar a ostentar una de las más importantes posiciones en el orden económico internacional no ha sido siempre fácil. Los consumidores chinos tienen ahora la capacidad, necesidad y deseo de consumo de productos extranjeros.
Cuando Deng Xiao Ping sucede a Mao Tse-tung decide crear una estructura de Gobierno regida por una serie de políticas públicas que deben ajustarse cada cinco años en los campos económicos, políticos y sociales que se denominaron planes quinquenales. En estos mismos planes estaba proyectado estimular el país y abrirlo comercialmente al mundo y en las dos primeras décadas de su implementación China, se convierte en una potencia manufacturera que entró a competir fuertemente con el resto de países en el equilibrio del mercado global.
Para lograr posicionar a China entre los primeros puestos comerciales e industriales del mundo, una ambiciosa meta para la fecha, Deng Xiao Ping señaló que el gigante asiático es un país y dos sistemas, un sistema “de economía abierta” para poder competir con los músculos financieros y productivos de otras naciones, y un sistema político Comunista, encargado de todas las decisiones del país, incluso de garantizar la “autonomía misma” del sistema económico. Varias estrategias son puestas en marcha, tres de las más relevantes son: 1. Desarrollo e inversión en infraestructura, puertos, aeropuertos, centros logísticos, oleoductos, gasoductos, mejores y más vías férreas y sus famosas Zonas Francas de Exportación. Esto con el fin de reducir los costos logísticos y hacer más competitiva la nación. 2. Restructuración de los marcos legales para la Inversión Extranjera Directa e Indirecta. Esto con el fin de facilitarle la entrada a empresas que vendrían atraídas no sólo por la mano de obra barata sino también por las ventajas administrativas que ofrecía el Gobierno Chino. Y por último 3. La formalización de un acuerdo de cooperación entre el inversionista foráneo y los locales, con el fin de tener transferencia de conocimiento; los chinos debían aprender, entender y mejorar los métodos de producción para después ponerlos en marcha en sus propias empresas.
El impacto del nuevo escenario de consumo del mercado Chino es el resultado de tres décadas de aislación de la aldea global. La revolución de Mao Tse-tung, el 1° de Octubre de 1949, cuando expulsó a los ingleses, franceses, alemanes y portugueses entre otros de China (quienes estaban tan arraigados que todavía a la fecha de hoy, existen dos regiones administrativas especiales, Hong Kong, Inglaterra y Macao, Portugal, administradas conjuntamente entre los países nombrados y China), le devolvió la administración del país al pueblo Chino e impuso durante 30 años un régimen homogenizado, en el cual el Gobierno influía en el ámbito personal hasta el punto en que todos debían comer, caminar, vestir, pensar y doctrinar igual. Después de la apertura económica de Deng Xiao Ping, a partir de 1978, China presentó dos décadas (1978 – 1998) de crecimiento acelerado con pequeñas variaciones que fueron resultado de crisis regionales y con la implementación de las estrategias anteriormente mencionadas logró que la economía del país asiático creciera a más del 9,8% en promedio durante 20 años (1998 – 2008).
Durante dos décadas de 1978 a 1998, China creció a un promedio anual del 9,94%.
Una década, de 1998 al 2008, de un crecimiento sostenido con excepción en el último año, 2008. Los últimos 10 años antes de la crisis mundial el país creció a más del 10% en promedio.
Finalmente, China presentó una ralentización de la economía en los últimos años (2008 – 2013), pero con crecimientos no menores al 8%, a pesar de que sus grandes compradores EE UU y países de la Unión Europea sufrían la crisis mundial luego del 2008 y presentando un PIB de USD8.229 billones para el 2012 y USD9.240 billones para el 2013.
Durante el 2008 y el 2013, China creció a un promedio anual del 8,98%.
Ese decrecimiento del mercado estadounidense y europeo hace que China ponga sus ojos en países en vía de desarrollo como aliados comerciales. La industria del país oriental necesita materias primas y consumidores del producto terminado y los países en vía de desarrollo necesitan dinero y son consumidores natos.
China destina recursos de inversión conjunta y préstamos a países de Latinoamérica y el Caribe (Argentina, Bahamas, Brasil, Chile, Cuba, Costa Rica, Nicaragua y Perú, entre otros), también créditos con garantías en hidrocarburos (Ecuador y Venezuela), con una reserva de USD3,2 billones de los cuales han invertido menos del 25% en países donde tiene injerencia, una buena forma de estrechar lazos de amistad y cooperación. Las cifras fueron tomadas del periódico El Tiempo, 2013.
China es un excelente socio comercial. Es el primer exportador del mundo, lo que hace que la gran mayoría de los empresarios Latinoamericanos estén pensando que productos traer de ese país a los mercados locales. En China se puede conseguir una amplia gama de bienes de todos los sectores de la economía, el 92% de los productos del mundo son chinos o tienen un componente de ese país, según las estadísticas del Banco Mundial.
Además de ser la fábrica del mundo, este país se ha convertido en un mercado muy atractivo para cualquier producto extranjero. La pregunta clave ahora es, ¿qué le podemos llevar a China? Este país es alrededor de una sexta parte de la población mundial, para que nos hagamos una idea de las proporciones, la población del gigante asiático de 1.357,4 millones de personas, de acuerdo a cifras del Banco Mundial, es mayor a la suma de las poblaciones de Latinoamérica y Europa juntas, 615,3 millones y 506,7 millones de personas, respectivamente; prácticamente más de un continente en población y hoy en día la segunda economía del planeta.
Analizado lo anterior, la suma acelerada de los cambios económicos y productivos crea una avalancha en Oriente, una sociedad enorme, ahora con recursos sin igual, que necesita alimentarse todos los días. Lo que se puede y se debe, es proyectar la exportación de alimentos con valor agregado. Es importante resaltar que el resultado económico de la China de hoy es el fruto de muchos años de trabajo y sacrificio, por lo tanto los consumidores están deseosos en comprar productos de manufactura extranjera que tengan un componente único, sin que el precio sea un limitante para ello.
Países de Latinoamérica y El Caribe, se ven beneficiados por una variedad completa de productos para importar de China a precios competitivos y esta a su vez de sus compradores americanos. Además de esto, se puede aprovechar la capacidad de inversión y créditos que China ofrece para la infraestructura y transferencia de tecnología, aunque en este último punto se debe tener cuidado, ya que los créditos de Gobierno a Gobierno tienen tasas de interés del 6% al 8%. Por lo tanto, las crisis económicas, la transformación de China en los últimos años y el impacto que ha tenido en los mercados globales, han definido el principio de un nuevo ordenamiento mundial. Estamos viviendo el siglo del Pacifico y la entrada a esta nueva configuración es con la captura del consumidor chino.