Tendencias de consumo
Cambia perfil de consumidores chilenos con envejecimiento del país
La población chilena envejece en forma acelerada y la próxima década los adultos mayores de 60 años conformarán la quinta parte de los habitantes, lo cual desafía al mercado laboral e introduce profundos cambios en los gustos y necesidades de los consumidores.
La población chilena mayor de 60 años crece a un ritmo anual de 3,7%, cifra sin precedente histórico que cuadruplica a la media nacional y que llevará a ese segmento etario a constituir la quinta parte de los habitantes del país en el 2025, y el 28% en el 2050, indicaron proyecciones del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama).
“Para el 2025 tendremos el índice de envejecimiento más alto de la región, superando a Argentina y Uruguay, y contaremos además con la misma cantidad de adultos mayores que menores de 15 años”, dijo a Legiscomex.com el economista Juan Francisco Castañeda. El especialista indicó que ese escenario “plantea numerosos desafíos políticos, sociales y económicos porque se está frente a un proceso que constituye, más que un cambio demográfico o estadístico, una transformación radical de la sociedad”.
En 1970, los adultos mayores solo representaban el 8% de la población, porcentaje que subió tres puntos en el 2002. En el 2012, el 15% de los chilenos tiene más de 60 años y ese porcentaje equivale a más de 2,5 millones de personas en un país donde el ingreso per cápita se ubica en unos USD18.000 aunque persisten acentuados desequilibrios sociales.
El presidente de la consultora Adimark, Roberto Méndez, señaló que “ese segmento poblacional no solo ha crecido, sino que también han aumentado sus niveles de ingreso, a la par que los del país, y son personas cada vez más activas, con mejor salud, hablan por celular, usan internet, lo que nos lleva a perfilar que su peso en la sociedad crecerá año con año; ya no los podemos ver con el estereotipo de los abuelitos indefensos”.
Hoy, la expectativa de vida en Chile supera los 80 años para las mujeres y 78 años en el caso de los hombres. Las primeras pueden jubilarse a los 60 años y a los 65 los segundos. De esta manera, cada vez es mayor el número de chilenos que se acoge a una pensión, mientras que la oferta de mano de obra disminuye. “Tenemos muchos desafíos que atender por este fenómeno demográfico”, dijo la directora del Senama, Rosa Kornfeld.
De acuerdo con datos de un estudio realizado por el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) de Chile y la consultora en marketing y publicidad McCann Erickson, el 41% de la población mayor de 60 años en este país pertenece a los estratos medios y altos mientras que el restante 59%, a los segmentos sociales más vulnerables. La tercera parte del total percibe menos de USD210 mensuales y cuatro de cada 100 entre USD250 y USD740.
El ingreso anual per cápita de ese segmento, según estudios de mercado, se ubicará en el 2012 en unos USD8.000, lo que significa que ese conjunto de consumidores de la tercera edad tiene un poder adquisitivo de USD20.000 millones por año. En lo que más gastan es en alimentos, medicinas y transporte, pero también consumen servicios como telefonía celular (dos terceras partes), computadores (el 43%) e internet (34%).
“Los adultos mayores son consumidores cada vez más exigentes, que creen en la alimentación sana y nutritiva, que cuidan su salud y gastan mucho en productos y servicios relacionados con esos conceptos. También, quieren acceder a las nuevas tecnologías, que les son muy útiles para su socialización”, aseguró la vicepresidenta de Planificación de McCann Erickson, Maribel Vidal.
Dijo que sería un error encasillar a los adultos mayores en una sola categoría, pues son un conglomerado heterogéneo. Entre los 60 y los 64 años casi la mitad permanece con alguna ocupación (empleo) y la mayoría disfruta de una vida activa, se alimenta bien y es saludable. El índice de ocupación baja a la cuarta parte a partir de los 65 años, y a los 75 años o más el porcentaje de inactivos sube al 93%. En conjunto, sin embargo, un tercio de los adultos mayores que tiene entre 60 y 75 años continúa trabajando.
Los consumidores de este grupo etario son leales a las marcas, por lo que atraerlos a nuevos productos no es fácil. “Al mismo tiempo es un grupo al que le faltan productos y servicios orientados a sus necesidades, pero el mercado ya se está moviendo en esa dirección y esa tendencia seguirá”, sostuvo Vidal.
El publicista Sergio Wenstein sostuvo que “lo peor que se puede hacer es acercarse a ellos como si fueran ancianos indefensos porque en esta época a los 60 años o incluso más se puede estar en plenitud de facultades, con mucho dinamismo y mucho criterio, por lo que es un segmento que requiere ser tratado con sofisticación y conocimiento de sus gustos, expectativas y características”.
Una encuesta realizada por el Senama y la Universidad Católica de Chile detectó que el desarrollo del país ha impactado de manera positiva en ese segmento. La proporción que declaró que sus ingresos no le alcanzan para satisfacer sus necesidades ha descendido 10 puntos porcentuales entre el 2007 y el 2010, al pasar del 36% al 26%. La proporción que declara que sus “necesidades económicas” están adecuadamente satisfechas pasó del 40% al 53%.
Castañeda, economista de la Universidad de Chile y experto en mercado laboral, indicó que a medida que la población envejece la oferta de mano de obra se contrae y esto ocurrirá en Chile cada vez con mayor énfasis. ”El grupo etario de entre 45 y 50 años es el que ahora tiene mayor ocupación, pero estas personas en 15 años más pasarána ser población inactiva”, dijo el catedrático.
Explicó que la fuerza laboral en el país asciende a 8,1 millones de personas, de las cuales el 32% tendrá más de 60 años a mediados de la próxima década. Se trata de un segmento que gastará más en salud y esto tendrá un efecto sobre toda la economía, ya que aumentará el porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) que se destina a ese rubro y habrá menos recursos para la inversión y el consumo. “Esto obliga a que pensemos cómo vamos a resolver el problema del mayor gasto que requerimos para mantener a una población pasiva que sale del mercado laboral sin que se incorporen nuevos trabajadores en la misma magnitud”, señaló.
En el 2007, por cada 100 personas en edad de trabajar había 19 mayores de 60 años, índice que subirá a 28 al finalizar esta década. Al mismo tiempo, la tasa de fecundidad pasó de 5,4 hijos por mujer en los 60 a 1,9 a principios de esta década. En el Chile de estos días, por cada mil personas hay 13,1 nacimientos y 5,79 defunciones, por lo que aún queda espacio para que la población siga creciendo pero cada vez a menor ritmo y con una estructura demográfica más longeva.
“Estamos en niveles demográficos similares a los países desarrollados, que envejecieron rápido, pero con la diferencia de la plata. Nuestros niveles de ingreso todavía no llegan al nivel que tienen ellos y tampoco los de educación. Tenemos un alto analfabetismo en nuestra población mayor de 60 años una baja capacitación, en especial en las mujeres”, sostuvo Kornfeld.
En el sistema de pensiones de Chile, que fue privatizado en 1981, cada trabajador tiene una cuenta individualizada en la cual deposita sus cotizaciones a lo largo de su vida laboral, las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) manejan esos recursos, los invierten en empresas, el mercado bursátil, bonos e instrumentos financieros y, al retirarse, el cotizante recibe una pensión cuyo monto dependerá de sus contribuciones y del rendimiento de la cartera.
Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en Chile cada jubilado hombre recibe en promedio el equivalente al 64,3% de su último salario. El porcentaje, que se denomina tasa de reemplazo, baja a 50% en el caso de las mujeres. Entre los 34 países integrantes de esa organización, Chile y México son los que tienen las más bajas pensiones promedio.
“Con el sistema privado de pensiones hay cálculos que indican que cerca de la mitad de la fuerza de trabajo, en su mayoría mujeres y trabajadores independientes, no recibirán ni siquiera una pensión mínima de 65.000 pesos (unos USD140) al mes cuando se jubilen”, puntualizó Castañeda.
“La ventaja del sistema de pensiones privatizado es que, supuestamente, se quita al fisco la presión de una carga que es insostenible, como ocurre en varios países europeos con sistemas de jubilación estatales, y la desventaja es que entre más longeva sea la población más jubilados se quedarán sin pensión de las AFP, si se agotan los fondos en sus cuentas individuales”, dijo.
Para intentar paliar este problema, Chile aprobó en 2008 un reforma previsional mediante la cual el Estado garantiza una pensión básica de USD165 a quienes nunca hayan cotizado en un sistema de pensiones, siempre y cuando pertenezcan al 60% más pobre de la población. Además, el fisco complementa la pensión de quienes, habiendo cotizado, perciban menos de USD425 mensuales.
“Con estos aportes del Estados vamos a la delantera en Latinoamérica y es una manera de afrontar de mejor forma el envejecimiento de nuestra población”, consideró Kornfeld.
Castañeda dijo que, de esta manera, la afirmación de que en el sistema de pensiones de capitalización individual el aumento de la longevidad afecta a las personas y no a las finanzas públicas “solo es parcialmente verdadera, ya que el Estado garantiza las pensiones mínimas legales y debe asignar fondos para las pensiones asistenciales; cuanto mayor sea la longevidad, mayores serán los recursos que el Estado deberá gastar en estas partidas, y eso es lo que pasará en Chile”, primer país en el mundo que adoptó el modelo privado de pensiones. Su creador fue el economista José Piñera, hermano mayor del presidente Sebastián Piñera.
Según la encuesta del Senama, la satisfacción general con la vida ha aumentado entre los adultos mayores del país al pasar de 56% a 60% entre el 2007 y el 2010. En ese lapso descendieron a la vez los factores que los preocupan y afectan su bienestar, como la probabilidad de enfermarse en forma grave, que bajó del 59% al 52%, aunque sigue siendo el principal motivo de intranquilidad en la vejez, y la probabilidad de quedarse sin ingresos, que cayó del 52% al 44%.