Aún existe desconocimiento sobre el potencial del mercado orgánico
Un negocio fresco
Trasladarse de una producción tradicional a una orgánica implica una reducción de costos, siempre y cuando no represente un desmedro en la productividad.
La oportunidad de negocio para los productos orgánicos de exportación está en dos aspectos clave: existen pocos oferentes para abastecer mercados como la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, y su precio de venta al consumidor puede llegar a ser el doble en comparación con los productos convencionales.
Si estos aspectos llaman la atención de los empresarios dedicados a las ventas externas de bienes agrícolas, deben comenzar por realizar un análisis que comprenda las características del mercado al que desean llegar y el costo de realizar la transición de su producción tradicional hacia la orgánica.
Los mercados cuentan con características especiales a la hora de exportar cualquier producto (demanda aparente, competencia, transporte, entre otros), sin embargo, el cuello de botella en el caso de los orgánicos es la legislación del país objetivo.
La filosofía que cobija a los orgánicos se basa en una producción más limpia y libre de sustancias perjudiciales para las personas y el medio ambiente. Por este motivo, la normativa, puesta en marcha mundialmente, es rigurosa en controles para estos productos.
La forma más fácil de evitar problemas con el ingreso de los productos a otros países, es avalar la producción por medio de una certificación internacional, que se ajuste con las exigencias legales del mercado en cuanto a terreno, proceso de desarrollo, medio ambiente, bien final, empaque y etiquetado.
Certificarse es un proceso asociado al cambio de modelo de trabajo con el que se han desarrollado los productos. Esto quiere decir, adaptar el suelo para los nuevos ciclos productivos, nuevos sistemas de cultivo y cambio en el uso de agroquímicos por bacterias naturales.
Una vez se realice la transición hacia la producción orgánica, el empresario debe buscar una certificadora para que dé su visto bueno y así pueda vender los productos, bien sea al mercado interno o al exterior.
Entre las principales certificadoras que se pueden encontrar en Colombia se destacan la Corporación Colombia Internacional (CCI), Biolatina Colombia, Biológicos del Trópico, BCS ÖKO-GARANTIE y Oregon Tilth.
“No se puede pasar de la noche a la mañana a ser orgánico. Este proceso puede durar, de acuerdo con las características del producto, entre 12, 24 ó 36 meses”, asegura la subgerente de BCS, Sandra Restrepo.
Así mismo, no existe un estándar para establecer el precio de la certificación, puesto que los modelos de producción de las empresas son diferentes. Los costos también se incrementan por pruebas científicas y traslados de los encargados de expedir la certificación.
BCS calcula que el precio por el mantenimiento de una certificación anual es de mínimo un millón de pesos.
Por supuesto, en el mercado se pueden encontrar diferentes ofertas. La certificadora de origen nacional CCI, que es una sociedad mixta (Gobierno y sector privado), indica que otras certificadoras cobran un 50 por ciento por encima de lo que ellos ofrecen.
De acuerdo con la directora de la CCI, Adriana Senior Mojica, la corporación espera cerrar el 2005 con 80 empresas de productos ecológicos certificadas o en proceso de certificarse.
Hay que recordar que si no desea abastecer el mercado interno sino el externo, la certificadora debe estar acreditada por alguna entidad internacional reconocida como el FSC (Forest Stewardship Council) o el IFOAM (International Federation of Organic Agriculture Movements). En Colombia, la institución encargada de acreditar las certificadoras es la Superintendencia de Industria y Comercio.
La certificación orgánica para bienes agropecuarios la reciben los productos agrícolas, pecuarios, acuícolas, apícolas, textiles y productos de fibra natural, siempre y cuando cumplan con las normas de la agricultura ecológica de las entidades internacionales o nacionales competentes en el tema, así lo destaca un estudio del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt.
Entre los productos certificados en Colombia se encuentran: café, pulpas de fruta, banano, banano deshidratado, aceite de palma, aloe vera, caña, panela, vinagre de mosto de caña, hortalizas frescas, hierbas aromáticas y aceites; palmitos, papas, mangos, pulpa de mango, trigo, aceite de seje y mermeladas.
Así mismo, la Resolución 074 del 2002, expedida por el Ministerio de Agricultura, que remplazó la Resolución 544 de 1995, reglamenta los lineamientos para la producción primaria, procesamiento, empacado, etiquetado, almacenamiento, proceso de certificación, importación y comercialización de productos agropecuarios ecológicos.
Trasladarse de una producción tradicional a una orgánica implica una reducción de costos, siempre y cuando no represente un desmedro en la productividad.
De esta forma, el empresario tendrá que evaluar si le es más rentable el ciclo productivo con agroquímicos o el de controles biológicos. O si, por el contrario, se reducen costos al dejar de usarlos por emplear recursos naturales.
“Incluso las fábricas que venden pesticidas están buscando alternativas que sean amigables a la naturaleza, mejoren la productividad y se adapten al cambio de hábitos de consumo”, señala la directora de la CCI.
La conversión también implica hacer prácticas orgánicas, abonar suelos, realizar control de plagas, mantener las condiciones del ambiente y llevar documentación del proceso.
Según lo indica un informe del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Colombia incursionó en el mercado de productos agrícolas orgánicos desde 1998. Las exportaciones del país pasaron de USD4 millones en 1998, a USD19 millones en el 2002, con un crecimiento anual entre el 10 y el 20 por ciento.
Para 1999, se contaba con 20 mil hectáreas certificadas como ecológicas. En el 2003, esta cifra llegó a las 30 mil con más de 63 empresas certificadas.
A pesar de estos crecimientos, aún existe un desconocimiento entre los empresarios productores sobre el potencial que ofrece el mercado orgánico y lo que implica la transformación de la producción.
Los productores que han visto esta oportunidad de negocio buscan un equilibrio entre los cultivos a corto y largo plazo, y expresan que el método orgánico recupera mejor los suelos para que no sean lodosos o negros, sino de un color café, de tierra fértil.