La gestión de gobierno del presidente electo de Chile, Sebastián Piñera, que iniciará el próximo 11 de marzo, tendrá un sesgo eminentemente económico cuyo norte estará centrado en un ambicioso objetivo social, que además fue asumido como un compromiso de campaña: crear un millón de empleos en el periodo 2010-2014, plazo que durará la administración del entrante mandatario.
Para lograr esa meta, en un país donde la crisis económica hizo crecer la tasa de desempleo hasta el 8,6% al cierre del 2009 -porcentaje equivalente a 632.000 desempleados-, la administración Piñera deberá hacer crecer la economía a un promedio de 6% anual y trabajar por recuperar los niveles de productividad, ya que en ese indicador Chile descendió del puesto 22 a nivel mundial en el 2004 al puesto 30 el año pasado.
Además, es relevante hacer notar que luego de una intensa campaña política en la que Piñera convenció a los electores de dar una oportunidad al cambio y a la centroderecha, tras 20 años de gobiernos de la centroizquierdista Concertación, los chilenos esperan que el nuevo gobierno muestre resultados con rapidez.
Esta expectativa ciudadana ha sido reforzada en los últimos días por el propio Piñera, quien el pasado 9 de febrero anunció la conformación de un gabinete ministerial cuyo principal rasgo es el alto nivel de preparación técnico-académica y la capacidad gerencial de sus integrantes, que en su mayoría provienen del mundo empresarial y carecen de experiencia política. Ese perfil, sin embargo, fue presentado por el presidente electo a los chilenos como una virtud. “Hemos conformado un equipo de excelencia para gobernar Chile con el que esperamos hacer las cosas muy bien y dar resultados a la población”, dijo el entrante mandatario.
Por lo pronto, Piñera tiene un problema para avanzar hacia sus objetivos económicos y es que la expectativa de crecimiento para Chile este año, de acuerdo con proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es del 4,1%, y del 5% para el 2011, es decir, por debajo de lo proyectado por el presidente electo. Y si el país no crece a tasas mayores, será imposible crear los trabajos prometidos por la nueva administración.
El ministro de Hacienda designado por Piñera, el prestigiado economista Felipe Larraín, dijo a Legiscomex.com, que a pesar de que las expectativas de crecimiento a corto plazo están por debajo del 6%, la administración mantiene el compromiso de crear 200.000 empleos por año, en promedio, lo que dará un millón de empleos en el periodo 2010-2014.
Larraín explicó que durante el cuatrienio 2006-2009, correspondiente a la gestión de la presidenta socialista Michelle Bachelet, el país creció a un ritmo promedio anual del 2,7%, lo que permitió crear 100.000 empleos por año.
“Si nosotros logramos, como lo establece nuestro programa de gobierno, aumentar el crecimiento al 6% anual, que es el doble, no resulta tan aventurado creer en nuestra capacidad de crear 200.000 empleos por año”, señaló el ministro de Hacienda de Piñera, un doctor en Economía por la Universidad de Harvard cuya designación ha sido elogiada por economistas como el estadounidense Jeffrey Sachs, quien fue su maestro y lo considera “un macroeconomista excepcional”.
La apuesta económica
En el esquema de gobierno que busca impulsar Piñera, un papel clave lo jugará, junto con Larraín, el nuevo ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, a quien el presidente electo le encomendó emprender las reformas microeconómicas necesarias para elevar el crecimiento potencial del país.
“El 80% del empleo se crea en las pequeñas y medianas empresas (Pyme) y las vamos a apoyar en términos financieros, en conectividad con los mercados externos e impulsando las políticas de innovación”, sostuvo Fontaine, quien se ha desempeñado en los ámbitos empresarial y académico.
Fontaine dijo que el ministerio a su cargo centrará sus esfuerzos en el emprendimiento, la innovación, la eficiencia y en todas aquellas iniciativas que aumenten la productividad. “Este será el ministerio de la productividad”, dijo, y explicó que el propósito es que la productividad total de factores pase del -0,5% actual al 1,5% para el 2014, cuando concluirá el gobierno de Piñera.
El presidente electo, un doctor en Economía por la Universidad de Harvard y acaudalado empresario con una fortuna estimada en USD1.200 millones, ha establecido que las metas económicas de su programa de gobierno apuntan a cumplir un objetivo estratégico de amplio aliento social: que Chile llegue al año 2018 como un país desarrollado, con estándares de vida similares a los de España o Corea del Sur en la actualidad y sin pobreza. Para ello, Piñera deberá hacer la mitad de la tarea y dejar el camino despejado al gobernante que lo releve en el 2014.
Chile, con una población de 16,9 millones de habitantes, es sin duda el país latinoamericano mejor posicionado en materia de desarrollo, con un ingreso per cápita de USD10.084, una pobreza del 13,7%, una esperanza de vida al nacer de 74 años, una tasa de analfabetismo del 2,1% de la población mayor de 18 años y un acceso a internet de 375 usuarios por cada 1.000 habitantes. En cada uno de estos indicadores figura como líder en la región y en el ranking mundial de desarrollo humano figura en el lugar número 37, el mejor sitio para cualquier país latinoamericano.
Piñera reconoce que hay muchas cosas que se han hecho bien, pero sostiene que muchas otras se han hecho mal en estos 20 años de gobiernos concertacionistas. Él prometió al país corregir esto último y la palabra “eficiencia” fue una de las que más pronunció cuando presentó a su gabinete de gobierno el martes 9 de febrero.
Los gerentes de Piñera
El presidente electo es un ejemplo personal de emprendimiento, ya que pertenece a un hogar de clase media y con base en su preparación académica y talento para los negocios construyó un imperio económico que incluye un canal de televisión, más de la cuarta parte de la aerolínea LAN e intereses en empresas de telecomunicaciones, energía eléctrica, financieras y hasta el equipo de fútbol Colo-Colo, el más popular de Chile.
Si bien Piñera trabaja en el traspaso a terceros de la administración de sus empresas antes de asumir la Presidencia, el próximo 11 de marzo, la cultura de emprendimiento y gestión eficaz que ha desarrollado a lo largo de su vida en el mundo privado apunta a dar el sello a su mandato. Eso cuando menos quedó de manifiesto con la conformación de su gabinete ministerial, al cual eligió con criterios gerenciales más que políticos.
De los 22 ministros designados por el presidente electo, al menos 12 provienen del mundo empresarial, en el que se desempeñaban como directores, gerentes o accionistas de grandes firmas chilenas de ámbitos tan variados como el minero, el industrial, las multitiendas, la vitivinicultura y la educación. En contraste con los gobiernos de la Concertación, cuya gran mayoría de ministros eran políticos profesionales, la gestión de Piñera será articulada preferentemente por gerentes de empresas acostumbrados a la eficacia y al cumplimiento de metas.
Los futuros ministros son profesionales de alto nivel académico y perfil conservador, característica esta última que también los diferencia de sus predecesores centroizquierdistas.
De los 22 ministros piñeristas, 13 cuentan con estudios de posgrado, la mayoría en el extranjero, y seis alcanzaron el grado de doctores. Un ejemplo del estilo Piñera es su canciller designado, Alfredo Moreno, un ingeniero civil industrial, maestro en Administración de Negocios por la Universidad de Chicago y empresario (es director de la cadena de multitiendas Falabella) sin ninguna experiencia política, a pesar de los cual el presidente electo no dudo en encomendarle un ministerio de primera línea.
La apuesta de Piñera es, sin duda, arriesgada pero interesante. Quizá en Latinoamérica solo se asemeje al primer gabinete de gobierno que conformó a finales del 2000 el entonces presidente electo de México, Vicente Fox, quien, igual que el Piñera de estos días, era una opción conservadora que llegaba al poder tras muchos años de gobiernos con sello liberal.
Los analistas chilenos se preguntan si un país puede ser manejado como una empresa. El politólogo Patricio Navia comentó que el hecho de que el presidente electo ponga el énfasis “en la eficiencia y en la gestión, olvidando que gobernar es una cuestión profundamente política, pudiera ser un error”. Navia, un profesor de la Universidad de Nueva York que votó por Piñera, se sintió defraudado con la conformación de su primer gabinete ministerial al considerar que está muy bien para dirigir la aerolínea LAN pero no un país.
La ministra secretaria general de Gobierno designada por Piñera, Ena von Baer, dijo a Legiscomex.com> que debe darse tiempo a los nuevos funcionarios para mostrar sus capacidades y su vocación de servicio público, ya que todos ellos cuentan con sólidas hojas de vida que acreditan su experiencia en las áreas que tendrán a su cargo.
La joven ministra designada, de solo 35 años de edad y con un doctorado en Ciencias Políticas en Alemania, señaló que además de la creación de empleos y el crecimiento económico, las otras prioridades del gobierno de Piñera serán el combate a la pobreza y a la inseguridad (la criminalidad es un fenómeno de creciente preocupación en el país, a pesar de ser uno de los más seguros de Latinoamérica) y las reformas a la salud y la educación públicas, pues ambos sectores requieren ampliar su cobertura y mejorar su calidad.
“Como dijo el presidente electo, este gobierno aspira a servir, principalmente, a aquellos sectores del país más desfavorecidos, a los más necesitados y a las clases medias. Por eso el objetivo de todas las políticas públicas que se echen a andar será ese, mejorar la calidad de vida de los chilenos”, señaló von Baer. Piñera -al fin empresario con alma de economista- parece estar convencido de que el cumplimiento de los objetivos de un país pasan, necesariamente, por un buen desempeño económico, y eso es lo primero que potenciará con ayuda de la dupla Larraín-Fontaine, los puntales del equipo económico conformado a conciencia por el inminente presidente de Chile.
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