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Las patentes, el TLC y la industria de los empaques

Constituyen solo una herramienta para que una empresa establezca su nicho comercial en un mercado como el de Estados Unidos, el cual cada día se torna más competido, en especial bajo el escenario de un tratado de libre comercio (TLC). Las patentes pueden ser el catalizador de crecimiento ante un producto o proceso comercialmente exitoso. Análisis del asesor empresarial en propiedad industrial, Carlos Olarte.

Por: Carlos R. Olarte
OlarteRaisbeck

Al igual que muchas otras industrias que dependen de la investigación y desarrollo para mantener una ventaja competitiva, los grandes jugadores del gremio de los empacadores son fuertes usuarios del sistema de patentes. Desde nuevos empaques de cartón reciclables hasta sistemas de seguridad para tapas, virtualmente cualquier mejora que se desarrolle es patentada. Solo como ilustración, una búsqueda en la oficina de patentes de Europa reveló 1.250 patentes relacionadas con empaques (la mayoría de Tetra Laval), 392 patentes vinculadas con cartón (la mayoría a Mead), y casi 500 con tapas de seguridad para botellas.

No obstante, en el ámbito nacional, son prácticamente inexistentes las patentes que presentan las empresas locales para proteger sus propios desarrollos. Se podría especular que una explicación parcial a esta situación se debe a la ignorancia generalizada del sistema de patentes y de sus posibles ventajas. Esta ignorancia sería perdonable si uno como empresario piensa que competir con tecnología vieja y ofreciendo buenos precios y servicio es suficiente para mantenerse a flote en un mercado local y protegido. Sin embargo, esta perspectiva no resulta ser la más sabia ni sana frente a un mundo globalizado y, en particular, ante un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de América, donde el mercado se amplía de forma dramática para incluir competidores directos en dicho país. En este escenario se vuelve crítico no sólo innovar en un nicho comercial donde resulte competitiva la empresa, sino estar al tanto de las innovaciones de la competencia. En este orden de ideas, si uno no patentó el fruto de su innovación, la competencia la usufructuará gratuitamente con la consecuente pérdida de competitividad; y como corolario, si uno ignora las patentes de su competencia (que muy probablemente tendrá aún más interés de patentar en Colombia después de firmado un TLC) está corriendo un gigantesco riesgo de infracción por patentes, situación que puede incluso quebrar a una empresa.

Patentar una mejora en la industria de los empaques no tiene ningún misterio. No se requiere que el invento sea revolucionario, de hecho muchos de los inventos más exitosos en el campo comercial son aquellos que demuestran una solución simple y elegante a un problema técnico. Como en cualquier otro campo de la tecnología, se requiere que el invento reúna los requisitos de novedad, nivel inventivo y aplicación industrial. Son los mismos tres requisitos universales y su apreciación por las diferentes oficinas de patentes de cada país es relativamente uniforme. En esencia, uno puede patentar cualquier mejora que permita hacer algo más liviano, más eficiente, más barato, más pequeño, más rápido, en fin, cualquier solución real a un problema técnico de los que se enfrentan todos los días en la industria.

Ahora, proponerse patentar absolutamente todo lo que uno investiga y desarrolla resultaría demasiado oneroso desde una perspectiva financiera. La inversión para obtener una patente incluyen honorarios de abogados y costos gubernamentales. Multiplicando esto por la cantidad de países donde se desea obtener protección (no existe tal cosa como una patente mundial) se logra obtener un cifra aproximada de la inversión necesaria para lograr dicha protección. Como ilustración, el costo aproximado para tramitar una patente en 36 países durante los primeros cuatro años puede fácilmente exceder los USD 100.000. Adicionalmente, una empresa no solamente tramita una sola patente en varios países, sino que eventualmente empieza a presentar nuevas patentes para posteriores desarrollos y así empieza a crecer su portafolio de patentes. Es decir, para la idiosincrasia colombiana, tomar la decisión de patentar implica asignar un nuevo rubro contable y crear una nueva cultura corporativa, en desarrollo de la cual desde el presidente hasta el ingeniero más neófito se comprometen al reconocimiento de la innovación como uno de los mayores valores patrimoniales de la empresa.

Por lo anterior, si uno toma la decisión de desarrollar un portafolio de patentes, es imperioso crear un mecanismo que le permita evaluar de manera periódica las innovaciones de la empresa y tomar una decisión de la posible presentación de una patente. Algunos desarrollos, por ejemplo aquellos que resultan de mejoras en procesos, pueden ser objeto de protección por secreto empresarial. Otros desarrollos posiblemente no despierten un interés comercial que amerite la inversión en una patente; pero en últimas siempre existirán casos donde valga la pena solicitar protección. En estos casos, es de suprema importancia redactar el documento de patente de una manera clara y completa, e igualmente tramitar las solicitudes de manera eficiente ante cada oficina de patentes. Para lograr todo lo anterior, se debe contar con un equipo asesor que goce de experiencia en el tema de patentes y que tenga conocimiento de la materia técnica.

En últimas, las patentes constituyen solo una herramienta que tiene una empresa de empaques para armar su nicho comercial en un mercado que cada día se torna más competido, en especial bajo el escenario de un TLC con los Estados Unidos. Las patentes en ningún momento garantizarán el éxito de un plan de negocios, pero ciertamente pueden ser el catalizador de crecimiento ante un producto o proceso comercialmente exitoso. En estos casos la patente no solamente permitirá un nivel de exclusividad en el mercado, donde uno comercializa directamente, sino que también abrirá las posibilidades de crear flujos de caja mediante el licenciamiento de tecnología en aquellos mercados donde exista la misma, pero donde no se tenga presencia comercial.

carlos.olarte@olarteraisbeck.com