Agroindustria
La crisis del salmón: una historia de sobreexplotación ambiental y de lecciones aprendidas
La industria chilena del salmón, que llegó a ubicarse como la segunda más importante del mundo, vive una severa crisis provocada por el virus ISA y por la sobreexplotación del sector.
La industria chilena del salmón vivió hasta el año anterior un espectacular desarrollo que la llevó a generar, en su mejor momento, el 1,3% del Producto Interno Bruto (PIB) del país y que llegó a su punto más alto en el 2008, cuando las exportaciones del salmón chileno alcanzaron USD2.490 millones, cifra cuatro veces superior a la obtenida en el 2002.
Chile incluso se situó como la segunda potencia salmonera a nivel mundial, solo detrás de Noruega, con una participación del 38,7% del mercado, pero el año pasado el panorama cambió de manera drástica con la propagación del virus ISA (Anemia Infecciosa del Salmón, por su sigla en inglés), la cual fue propiciada por deficientes normas sanitarias y por la sobreexplotación del salmón de cultivo en los mares de la sureña Región de Los Lagos, donde se concentra el grueso de las “granjas”, “salmoneras” o centros de producción de esa industria.
De unos 400 centros de producción que llegó a haber entre el 2007 y el 2008, en la actualidad solo operan alrededor de 170, y este año será el de más baja producción desde el comienzo del boom del sector, lo que ha ocasionado enormes pérdidas a la mayoría de salmoneras, cuyos adeudos a la banca llegan a los USD2.500 millones. El impacto en el empleo también ha sido enorme, pues la industria ha despedido a unos 25.000 trabajadores, la mitad de los que llegó a tener en su apogeo.
De acuerdo con un informe de Aserta Consultores proporcionado a Legiscomex.com, la rápida propagación del virus ISA se generó “por un abuso y una recarga de los ecosistemas, por el encierro y además por una producción demasiado intensiva que provocó mucho estrés en los peces cultivados, debido a la presencia del caligus, un piojo de mar que ataca a los salmones”.
Al igual que en los humanos, los peces sometidos a estrés por el hacinamiento (en criaderos conocidos como balsas-jaulas que flotan en el mar), la sobreexplotación y el deterioro ambiental, ven deprimidos sus sistema inmunológicos y quedan a expensas de infecciones virales. Lo peor es que hasta el momento no existe una vacuna específica para paliar el brote, por lo que el único camino es adoptar una serie de medidas de control sanitario.
El virus ISA, que afecta al Salmón Atlántico, el que más se produce en Chile, es semejante a los virus de la influenza A y B. La enfermedad se presenta principalmente en el ciclo de producción que se desarrolla en agua de mar y, según estudios, no afecta ni a seres humanos ni a otros peces, moluscos o productos marinos. En los salmones produce palidez branquial y hemorragias oculares e intestinales que llevan a la muerte del pez. El contagio se realiza por el contacto entre los peces o a través de equipos contaminados.
El virus ha aparecido en Noruega, el mayor productor mundial de salmón, Escocia, Canadá y EE UU, pero los gobiernos de esos países han instrumentado rápidas medidas de control para limitar su propagación.
Según un reporte de Salmón Chile, organización que agremia a los principales productores nacionales de salmónidos, el virus ISA está presente en el país desde 1999, pero fue en junio del 2007 cuando comenzó a hacer estragos al generar una alta mortalidad en un criadero de salmón en la sureña isla de Chiloé. A partir del ahí, el virus registró una sistemática propagación que hizo crisis en el 2009, cuando las exportaciones de salmón cayeron por primera vez en décadas al ubicarse en USD2.174 millones, un 12,8% menos que en el 2008.
En el 2008, la industria chilena de los salmónidos (salmones y truchas) había logrado exportar 545.000 toneladas del producto, las cuales cayeron a 458.000 el año pasado, lo que implica que de un año a otro el volumen de ventas al exterior cayó un 16,2%, porcentaje equivalente a 87.000 toneladas.
De acuerdo con Aserta Consultores, la industria fue víctima de su propio éxito pues el incremento de la producción fue a costa del deterioro medioambiental, el hacinamiento en los cardúmenes y la intensificación de los procesos productivos. “Lo que tuvieron que hacer las empresas chilenas fue dejar de producir en los sitios donde había contaminación porque deben esperar que se limpien las aguas, que el ecosistema recupere sus niveles de normalidad y que desaparezcan las huellas del virus ISA”.
En estas condiciones, más de la mitad de los centros de producción que operaban en el país permanecen cerrados, aunque este año se abrirán entre 20 y 30, en los que se depositarán o “sembrarán” unos 60 millones de peces. Cada centro implicará inversiones por unos USD9 millones, según estimaciones de Salmón Chile.
El gerente general de Salmón Chile, Carlos Odebret, señaló que el 2010 marcará el inicio de la recuperación del sector pero, a la vez, este será el año de menor producción desde el inicio del boom salmonero.
El ejecutivo estimó que Chile producirá este año más de 245.000 toneladas de salmón, que equivalen apenas al 45% de la cifra registrada en el 2008, mientras que en el 2011 se prevén más de 300.000 toneladas. Lo que compensará en parte la caída en la producción será el incremento de precios internacionales de ese pez, que este año ha superado USD6 el kilo, mientras que entre el 2007 y el 2009 rondó USD4,70.
En el primer trimestre de este año, las exportaciones de salmón cayeron en valor en un 23,8%, con respecto al mismo periodo del año pasado, al pasar de USD724,4 millones a USD551,8 millones en ese lapso. En volumen, las ventas al exterior del producto se desplomaron aún más, ya que pasaron de 163.400 toneladas a 102.400 toneladas en el periodo analizado, lo que representa una contracción del 37,3%.
El impacto social de la crisis que vive el sector salmonero ha sido profundo, en especial en la Región de Los Lagos, donde se concentraba alrededor de 50.000 trabajadores que llegó a tener la industria en su momento estelar, cuando era responsable del 11% del empleo en esa región del sur de Chile, cuya capital es Puerto Montt.
En los dos últimos años, más de la mitad de esos trabajadores perdieron su empleo por la crisis derivada del virus ISA, lo que se ha traducido en huelgas, demandas laborales, aumento de la pobreza y duras denuncias contra el régimen laboral de las salmoneras, que también han estado en la mira de los grupos ecologistas.
El informe de Aserta Consultores señaló que la industria debe redefinir su organización y adoptar un modelo de desarrollo sustentable tanto en el campo ecológico como en el laboral y el empresarial. “Deben tomarse muy en serio las condiciones sanitarias y evitar la sobreexplotación”, indicó la consultora privada.
El gerente general de Salmones Itata, Gerardo Balbontín, estimó que la industria requerirá de inversiones por unos USD1.000 millones para recuperarse, considerando el capital de trabajo que deberá resarcirse. “Esto es para crear las condiciones necesarias con el fin de retomar la producción previa al virus ISA. Se debe considerar que hay que criar los peces por 18 meses, alimentarlos y, en el transcurso, el capital de trabajo comienza a aumentar”, dijo el ejecutivo.
Balbontín advirtió, sin embargo, que la recuperación será un proceso arduo y lento, que tardará años. “En el 2012 vamos a estar en niveles de 70 por ciento de lo que se produjo antes de la crisis y será hasta 2013 en que debiéramos estar prácticamente con las cifras que llegamos a producir antes”, aseveró.
El empresario Víctor Hugo Puchi, propietario de AquaChile, la principal compañía chilena del sector salmonero, consideró que la industria aprendió la lección. “La gran enseñanza es que debemos preferir hacer las cosas bien, mejor, a menor ritmo, pero más seguro”, dijo, y consideró que el país debió haber aplicado normas sanitarias más rigurosas antes de que el problema pasara a mayores.
La crisis del sector puso en claro que la industria salmonera requiere de una mejor regularización, lo cual llevó al Gobierno chileno a impulsar en el Congreso bicameral una nueva Ley de Pesca y Acuicultura que impone a esa actividad productiva un marco jurídico más estricto que refuerza las regulaciones ambientales, sanitarias y laborales.
Además, como el negocio se basa en las concesiones que otorga el Estado para la explotación de los salmónidos en el mar patrimonial chileno, la legislación, aprobada en marzo pasado, otorga a los bancos acreedores de las empresas del sector la potestad de ejecutar garantías sobre las concesiones. Falta, sin embargo, que se dicten los reglamentos para instrumentar la nueva ley.
Como parte de la reorganización de la industria, se proyecta ampliar las concesiones salmoneras a otras regiones chilenas como Aysén y Magallanes, más al sur que la Región de Los Lagos, lo que requerirá un decidido apoyo del Estado para construir la infraestructura necesaria. “Será un proceso lento, de años”, afirmó Puchi.